Hoy hago una publicación con un estilo diferente al acostumbrado. Hoy lo hago desde una anécdota que me da mi profesión, que me deja reflexiva, y a con la cual te quiero invitar a reflexionar también.
Utilizo un término que me da un paciente de 13 años; cuyo hermano, que por varios años a combatido el cáncer de una forma que desde mi apreciación, es de todo un “TRIUNFADOR”. Su cuerpo ya no esta completo, pero su ánimo a inspirado a muchos a continuar su vida desde las adversidades. Hoy después de su revisión periódica, le encuentran una metástasis de ese cáncer ya tan conocido para él, y decide ya no combatirlo más, da una reflexión a la familia:
“Me siento como, cuando vas a una fiesta y tu papá te va a buscar, pero está muy padre el ambiente y le pides quedarte un rato más, accede pero cuando se cumple el plazo, te vuelve a recordar que es hora de marcharse y tu, vuelves a hacer la negociación de un rato más, y vuelve a acceder, así lo haces repetidamente, hasta que hoy, caigo en la cuenta, que no importa cuantas veces le pida quédame, llegará el momento que tendré que irme”.
En la consulta conmigo el joven -de 13 años, guerrero en sí mismo y hermano del paciente oncológico- me decía lo difícil que es decir la palabra “muerte”. De hecho, no la dijo; él se quedó con “desvivir”, y es la que hoy tomo para esta publicación.
Yo pensé en cuántos autores tocan este tema, como Víctor Frank, en su celebre libro: “El hombre en busca de sentido”, y me hago la pregunta, ¿qué estoy haciendo desde lo cotidiano, para encontrarme y sentirme plena? O podría verlo desde la perspectiva de Camus en su ensayo “El mito del Sísifo” y entonces me pregunto, ¿cómo estoy dándole significado a mi existencia, considerando que la vida por sí sola, es un absurdo?
O siguiendo la filosofía de Sartre, me cuestiono: ¿estoy asumiendo la responsabilidad de darle un sentido a mi vida a través de mis elecciones y acciones? ¿En verdad me conozco y hago lo que me hace disfrutar esta vida?, Epicuro sostenía que el sentido de la vida era a través de la búsqueda del placer, pero no el placer superficial, sino al tranquilo que lleva a la ausencia del dolor.
Esta búsqueda personal por la plenitud me hizo reflexionar entre qué podría considerarse como el punto que haga la diferencia entre vivir y sobrevivir, y con ello me he planteado las siguientes líneas a considerar, y que hoy te comparto:
Calidad vs cantidad, sobrevivir se refiere principalmente a mantenerse con vida, cumplir con las necesidades básicas para subsistir, como la alimentación y el refugio. Vivir pleno, por otro lado, se centra en la calidad de vida. Implica experimentar la felicidad, el significado y la satisfacción en nuestras vidas, más allá de la mera supervivencia.
Sentido y Propósito: La búsqueda de un vivir pleno a menudo implica encontrar un sentido y propósito en la vida. Cuando vivimos plenamente, nos esforzamos por identificar lo que nos apasiona, lo que nos hace sentir vivos y lo que contribuye a nuestro bienestar emocional y espiritual. Este sentido y propósito pueden dar un significado profundo a nuestras vidas.
Felicidad y Bienestar: Vivir pleno implica experimentar emociones positivas y una sensación de bienestar. Buscamos actividades, relaciones y metas que nos hagan sentir felices y satisfechos. La felicidad y el bienestar son componentes esenciales de una vida plena.
Crecimiento y Autodescubrimiento: Vivir pleno nos impulsa a crecer y aprender constantemente. Nos desafiamos a nosotros mismos, exploramos nuevas oportunidades y buscamos el autodescubrimiento. Este proceso de desarrollo personal enriquece nuestras vidas y nos ayuda a evolucionar como individuos.
Relaciones Significativas: Una parte fundamental de una vida plena son las relaciones significativas. Cultivar conexiones profundas con amigos, familiares y seres queridos contribuye en gran medida a nuestra satisfacción y sentido de pertenencia en el mundo.
Impacto en los demás: Vivir pleno también implica considerar el impacto que tenemos en los demás y en el mundo que nos rodea. Contribuir positivamente a la sociedad, ayudar a los demás y dejar un legado significativo pueden ser aspectos importantes de una vida.
“Aquel que tiene un porque para vivir se puede enfrentar a todos los cómos”, frase dicha por Federico Nietzsche y por la cual, hoy te invito a darle sentido a tu vida haciendo tareas muy puntuales:
Establece metas y propósitos: Identifica lo que te apasiona y establece metas realistas para trabajar hacia ellos. Has un seguimiento constante de estas metas, evalúa tu “momento actual” y revisa tus propósitos (que seguramente irán cambiando a lo largo de tu vida, en función de tu situación). Esto te brindará un sentido de dirección y logro.
Cultiva relaciones significativas: Las relaciones personales y la conexión con los demás pueden dar un profundo sentido a la vida. Dedica tiempo a construir y mantener relaciones significativas. Considera lo siguiente: vida solo hay una -que tengamos certeza-, busca que tus relaciones sean tierra fértil donde puedas crecer, alcanzar tus metas y satisfacer tu propósito.
Contribuye a otros: Ayudar a los demás y contribuir a la comunidad puede proporcionar un fuerte sentido de propósito. Participa en actividades voluntarias o proyectos que te importen. Busca siempre el término medio en la contribución, recuerda que si lo das todo, no te quedará nada; y si no tienes nada, no puedes contribuir a nadie.
Cultiva el autoconocimiento: Reflexiona sobre tus valores, creencias y lo que realmente te importa en la vida. Date espacios en soledad, conócete y descúbrete; reta tus ideas (y las de con quienes convives) hasta encontrar aquellas que de verdad se alínean a ti, y con las que te sientas en mayor comodidad y satisfacción. Esto puede ayudarte a tomar decisiones que estén alineadas con tu sentido personal de propósito.
Busca el crecimiento personal: Aprende nuevas habilidades, desafíate a ti mismo y busca oportunidades de crecimiento. El desarrollo personal puede agregar significado a tu vida. Crece desde el interior, sabiéndote y conociéndote.
Vive el presente: Practicar la atención plena y disfrutar el momento presente puede hacer que tu vida sea más significativa al estar plenamente presente en cada experiencia. Recuerda que el estrés es un “exceso de pasado” y la ansiedad un “exceso de futuro”, haz esfuerzos conscientes por mantenerte en el hoy, el aquí y el ahora.
Recuerda que el sentido de la vida es un viaje personal y puede evolucionar con el tiempo. Lo más importante es encontrar lo que resuena contigo y te hace sentir realizado en tu vida cotidiana. También puedes seguir a Camus y simplemente no buscarlo. En este viaje todo lo que no te dañe, ni dañe a otros, está permitido.
No esperes a que un evento te ponga en la disyuntiva de preguntarte ¿Estoy viviendo o sobreviviendo?
Tú, ¿estas satisfecho con tu vida?, ¿te has enfrentado a una situación que te haya hecho tomar consciencia del ‘sentido que estas siguiendo’?, o ¿te apegas a la idea absurdista de Camus? Me encantará leerte en los comentarios.
Referencias:
Frankl, V. E. (2006). El hombre en busca de sentido. Herder.
Camus, A. (1991). El mito de Sísifo. Losada.
Sartre, J. P. (2005). El existencialismo es un humanismo. Losada.
Epicuro. (1992). La carta a Meneceo. Alianza Editorial.
Csikszentmihalyi, M. (1998). Fluir (Flow): Una psicología de la felicidad. Kairós.
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